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viernes, 22 de febrero de 2013

MI PADRE, EL 8 Y YO.



Los relatos que tengo para compartir son tantos, que se agolpan inexorablemente y se atropellan por salir. Cada uno de esos relatos desea ser compartido y están tan ansiosos que en ocasiones no logro decidirme por uno en especial.
Después de unos días sin escribir y percibiendo la fuerza interior que me impulsa a contar mis historias, me encuentro nuevamente con los dedos suspendidos en el aire en espera de la primera idea.

… mi padre 

La muerte de mi padre nos tomó por sorpresa a todos en la familia, fue un acontecimiento muy triste del que todavía hoy después de más de 20 años, yo no he logrado superar. Cuando pienso en mi padre, en su vida y en su trágica muerte un punzante dolor en el corazón siempre me estremece. Su imagen y ese dolor profundo pasaron a ser mis compañeros inseparables por todos estos años.Vivía junto a mí durante todas las horas del día y en la noche me acompañaba en mis sueños. Los días se me hacían muy duros y en las noches casi no lograba dormir. Comencé a experimentar una rara relación con la muerte.
Realice todo tipo de tratamientos médicos  que me ayudaban a dormir y equilibrarme un poco, pero al final la ansiedad y la sensación de esa presencia eran suficientemente fuertes como para impedir que yo lograra tener una vida diurna y nocturna normal.
Una buena amiga, médico de profesión y brillante especialista en Neurología, y de una mente muy abierta para los temas esotéricos, fue la responsable de que durante estos últimos años yo encontrara un poco de tranquilidad espiritual en relación a la presencia de mi padre en mi vida.
Fue una experiencia simple que me sacò definitivamente de ese torbellino.
Después de escucharme con su paciencia habitual, mi amiga sentenciò y diagnosticó que el espíritu de mi padre estaba literalmente pegado a mí. Todo era cuestión de realizar lo que se debía para separarlo definitivamente.
Nada tenía que ver con rituales ni con santería u otro tipo de práctica
Me solicitó que me sentara en una silla y me colocò otra igual vacía, justo frente a mí a una distancia de aproximadamente medio metro, ahora todo dependía de la intensidad  de mi pensamiento y de la Fe que colocara en ello: debía imaginar que tenía sentado frente a mí a mi padre, eso significaba que debía imaginarlo físicamente y en la misma posición en la que yo estaba. En  esa visión nítida debía describir una figura geométrica en forma de 8, en la que mi padre quedara dentro de un espacio y yo dentro del otro justo frente a él y como si ambos estuviéramos dentro de este 8 imaginario. De la intensidad de este dibujo dependía todo lo demás. Debía imaginar una y otra vez la silueta de este 8 y sentir una y otra vez que yo estaba en un espacio y mi padre en el otro. Una vez definida con la mayor claridad esta imagen, mi amiga me pidió que tomara en mis manos unas tijeras imaginarias y realizara un corte rápido y preciso justo en el punto de intercepción. Realizada esta operación imaginaria debía separar las dos partes definitivamente y colocarlas una junto a la otra pero sin contacto. La operación de cortar, era una manera de cortar el vínculo, el cordónumblical que me mantenía unida a esta forma de energía espiritual que tenía tanta influencia en mí.
De acuerdo con la experiencia de mi amiga, este ejercicio mental debería realizarlo al menos dos veces por día y poco a poco iba a lograr restablecer mi independencia espiritual.
No recuerdo exactamente cuántas veces realice esta operación. Solo puedo asegurar que sin apenas darme cuenta aquella dependencia violenta y dolorosa fue desapareciendo y poco a poco fui recuperándome y olvidando un poco mi extrema relación con la muerte. Empecé a equilibrar el sueño nocturno y los pensamientos relacionados con la muerte fueron desapareciendo.
Mi amiga dice, que esto es una práctica esotérica que tiene mucho que ver con la disponibilidad del cerebro para atraer o separar determinadas influencias que pueden convertirse en sensaciones reales.
Una vez más yo estaba colocada frente a una extraordinaria experiencia esotérica.
Este, no era ese el relato que deseaba contar, salió inesperadamente. Seguramente por alguna razón inexplicable pero aquí está para quienes lo necesiten practicar o simplemente para que quede en el recuerdo de quienes lo lean.
Mi padre al fin descansa en paz y yo logro recordarlo con el amor profundo  de forma tranquila y sosegada disfrutando  de la vida que me ha sido regalada.

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