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domingo, 3 de febrero de 2013

UN RELATO DE MILUZ




Hola amigos:

He anhelado desde hace algún tiempo poder escribir este relato que para mí representa un tesoro que conservo desde la infancia. Las creencias espirituales me han despertado una gran curiosidad desde que tenía exactamente diez años de edad. Recuerdo que en las noches después de cada comida mi costumbre era indagar acerca de otras existencias. Mi abuelo materno fue mi primer maestro. Sus conocimientos estaban materializados en una facultad especial que tenía de ver  y escuchar a los espíritus, tal es el caso que su profesión era la Fotografía, y su anhelo, poder alguna vez alcanzar alguna de esas visiones con el flash mediante una película sensible, y nunca tuvo esa posibilidad. Su cualidad como médium, la reflejaba mediante sus propios sentimientos y lo primero que logró enseñarme era el por qué, los espíritus venían hacia nosotros y sobre todo a descubrir cual era la causa por la que eran atraídos.
Tenía entonces trece años cuando mi abuelo partió de este mundo, y justo a los nueve días al terminar la novena plegaria de oración conocí otro gran maestro. Se trataba de un Señor muy distinguido y respetado ante la sociedad por la seriedad que emprendía sus conocimientos en la práctica de la Doctrina Espiritista, su nombre era José, y las primeras palabras que dirigió hacia mí fueron, (…) la Obra Espiritual enseña y educa mucho, sobre todo nos prepara para la muerte, ese momento que va a llegar en  un día lejano (…)
Motivados quedamos todos ante esa plegaria tan bella; el espíritu de mi abuelo realmente merecía un grato descanso, y aquella tarde de oraciones era el tributo para que todos los seres afligidos descansen en paz. Comprendí desde entonces que Dios en su inmensa sabiduría había guiado mis pasos para que, al colocar una estrella en el cielo, otra luz me guiara desde la tierra.
Así fue como conocí a mi padrino, y  de manera sorprendente, mi noble sueño se convertía en una espléndida realidad. Los Espíritus Elevados me anunciaban que la gracia y el poder de sus corrientes iban a influir sobre mi cuerpo y espíritu, dotándome de una percepción intuitiva capaz de captar las diferentes manifestaciones de los espíritus y reproducirlas mediante la práctica de una Obra Espiritual.
Mi padrino tenía un Altar precioso, el cual tendrán la oportunidad de conocer a través de nuestras publicaciones. Aún conservo la esperanza de que el mío, llegue algún día a lucir semejante al suyo, pero mi única aspiración era lograr entregarme en cuerpo y alma, tal y como lo hizo José. He aquí donde la historia, sede paso a una siguiente narración…

ENCUENTRE A MILUZ EN :

www.mioraculo.com


      

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